Podría tomarle mil fotos a la felicidad y nunca me cansaría.
Son aquellos momentos que nos regresan a la infancia
A los que solíamos ser menos complicados.
Pues solo me he soltado a la dicha
De vivir la bendición,
De poder sentir correr al agua bajo mis pies
De recorrer las arenas blancas
Y contemplar las aguas de color turquesa.
Jugando con las olas
Que se rompen en mi cara
Sonriente de la experiencia,
Esperando la siguiente
Para saltar sobre ellas.
Respirando esa libertad que ya no quiere pasar desapercibida
Pues sin darte cuenta has despedido a la madurez,
Inventando nuestros propios juegos
Y no hacemos más que reír y disfrutar
Abriendo los ojos a la belleza que es la vida.
Mientras el sol se esconde en el horizonte
Y se mira en el espejo del mar
Con reluciente resplandor de colores de oro
Seguidos de rojo.